miércoles, 2 de julio de 2014

Las 9 formas de pensar del emprendedor, frente a las del empleado

Por Emprende con Talento (@EmprendeTalento)

¿Hasta qué punto tiene que cambiar la mentalidad de un empleado si quiere convertirse en emprendedor?

Los patrones de pensamiento que habitualmente adoptamos son los que en gran medida deciden los resultados que vamos a conseguir. 

Además de eso, las diferentes circunstancias y situaciones que vayamos a vivir requerirán de formas de pensar diversas, algo que debemos tener en cuenta cuando dejamos de ser empleados por cuenta ajena y nos convertimos en emprendedores.

1. Toma conciencia de que tú eres el responsable de todas las decisiones, tanto de las buenas como de las malas. Los emprendedores tienen la increíble oportunidad de crear algo a partir de cero, de un modo que va a ser único e intransferible para cada uno. Pero eso también significa que el emprendedor tiene que tomar grandes decisiones sobre qué debe hacerse, cuándo y cómo. Ya no puede esperar a que las cosas sucedan, ni a que nadie le diga qué debe hacer, ahora es él el que debe tomar la iniciativa. Los emprendedores de éxito también se dan cuenta de que muchas oportunidades hay que pillarlas al paso, y acaban desarrollando un sexto sentido, el de la urgencia, que les ayuda a conseguir sus objetivos.

2. Aprende a ver las cosas de manera simultánea tanto a corto como a largo plazo. Cuando trabajas para otros, debes asegurarte de dejar hecho lo que hay que hacer en cada momento. Cuando eres emprendedor, tienes que proyectar tu mente más allá, tienes que pensar en los riesgos y en las dificultades que te esperan a la vuelta de la esquina, y tomar decisiones basadas en la incertidumbre. Así pues, debes asumir que lo que hagas o no hagas hoy puede tener efectos sobre tu negocio dentro de tres meses o de cinco años.

3. La sensación de incomodidad va a ser tu nueva ‘zona de confort’. Cuando uno es empleado, se acostumbra a pensar más ‘dentro de la caja’ que fuera de ella. Cuando es emprendedor, simplemente no hay caja. El emprendedor ve lo que otros no ven, testea nuevas ideas, se adentra en nuevos territorios y asume riesgos. Para ello hay que tener valor, una piel muy dura, y la capacidad de continuar a pesar del escepticismo y del rechazo.

4. El aprendizaje es una tarea continua. Como empleado, uno está encargado de determinadas tareas, que requieren unas habilidades específicas. El emprendedor, en cambio, debe aprender muchas habilidades nuevas, a menos que disponga del capital necesario para externalizar las tareas que no puede o que no quiere hacer. Hoy puede ser hacer una hoja de cálculo, mañana conseguir inversores, y al otro desarrollar un plan de marketing, escribirte tu propio discurso o aprender a usar una nueva tecnología. Lo que debe hacerse, tiene que hacerse, y no hay lugar alguno para las excusas.

5. Las cifras no mienten. En lo que se refiere a los números, la mayor parte de los empleados se conforman con saber cuánto gasta y cuánto ingresa la empresa para la que trabajan. Como emprendedor, más vale que le cojas cariño a las cifras, porque de tu flujo de caja va a depender el que sigas o no en el mercado. En último término, las ventas, gastos, beneficios y pérdidas te pueden dar alguna noche sin dormir, pero también pueden proporcionarte un estilo de vida acomodado. Lo que sí es indudable es que si no fuera por los números, todos los negocios se irían por la borda.

6. Enamórate de tu negocio, pero sé objetivo. Los empleados pueden cubrir el expediente, aunque odien su trabajo, con el único fin de recibir un salario. Los emprendedores tienen que enamorarse a la fuerza de su negocio, dada la enorme dedicación que requiere. Como emprendedor, no caigas nunca en la trampa de pensar y actuar como si fueras un empleado dentro de tu propia compañía. Recuerda que no eres un técnico, eres el capitán que marca el rumbo de la nave.

7. Disfruta rompiendo las reglas. Cuando un empleado rompe las reglas, eso puede ser motivo de despido. A los emprendedores, sin embargo, no les interesa mantener las cosas como están, ellos andan siempre ingeniándoselas para hacer las cosas de otro modo. Es decir, buscando una perspectiva global, mirando más allá del horizonte, o al menos hacia él, para encontrar esa gran oportunidad que les pueda estar esperando. 

8. El tiempo no es lineal. El empleado tiene horario de trabajo. Aunque el emprendedor no tiene por qué estar atado a una mesa las 24 horas del día, lo cierto es que se ve obligado a pensar continuamente en el trabajo, en lo que se está haciendo bien y en lo que se podría hacer mejor. Cuando se emprende no hay descanso, uno vive y respira todo el tiempo su propio proyecto.

9. Empieza ya. Casi todos subestimamos el tiempo que hace falta para convertirse en emprendedor, por lo que merece la pena comenzar a cambiar el chip cuando uno es todavía empleado, montando por ejemplo un pequeño negocio en paralelo. Así se puede comenzar a desarrollar habilidades y a generar experiencia, mientras se tiene todavía la ventaja de contar con un salario.

¿Qué te parece?, ¿mejor empleado o emprendedor?, ¿ha llegado la hora de cambiar? Tú decides.

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